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luis y sus viajes

Hola que pasa soy un Viajero

Bienvenidos a VIAJANDO VOY. Estoy muy feliz de que estés aquí. ¡Tengo mucho que compartir contigo!. Me apasiona viajar. Creo y diseño mis propios viajes y así disfruto triplemente de los mismos. Primero, recabando información sobre los sitios que quiero visitar. Segundo, conociendo personalmente esos lugares. Y tercero compartiendo mis experiencias con todos los que veáis este humilde Blog. 

Y si al final lo que os relato sirve para que vosotros podáis también visitar esos lugares, mi satisfacción será completa.

y es que nada desarrolla más la inteligencia que viajar.

  • Luis Ro

Día 11º: 14 de Agosto: ZAGREB – LAGOS DE PLITVICE.

RUTA DEL DIA:

Zagreb – Plitvice: 137 km

TOTAL DE KMS: 137 Km

Después de desayunar con el Buffet del Hotel Laguna de Zagreb, o más bien con los restos del mismo, porque tuvimos la mala suerte de que un grupo de turistas pertenecientes a algún circuito, para mas inri españoles, habían arrasado con casi todo el buffet antes de que nosotros llegáramos, nos dispusimos a iniciar el camino que en este día nos llevará a una de las principales atracciones turísticas de Croacia, considerada candidata a ser una de las siete maravillas naturales del mundo: Los Lagos de Plitvice.


El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice (en croata: Plitvička jezera) es el más conocido de los parques nacionales croatas. Está situado en la región de Lika, un paraje donde se alternan lagos, cascadas y manantiales de espectacular belleza. Esta región fue declarada Parque Nacional ya en 1949, y catalogada en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1979, con una ampliación en el 2000.

El parque tiene una superficie cercana a las 30.000 hectáreas, 22.000 de ellas cubiertas de bosques. La zona que se puede visitar se encuentra en el centro del parque, son 8 km² de valle poblado de bosques, donde la hidrografía ha conformado un paisaje formado por 16 lagos de diferente altitud comunicados por 92 cataratas y cascadas. La vegetación se compone en un 90% de hayas.



La visita se realiza a pie a través de senderos y puentes de madera, los lagos más grandes son recorridos por silenciosas barcas. Este parque suscita también gran interés entre los turistas por los acontecimientos que tienen lugar allí, como por ejemplo, las bodas al pie de las cataratas.

Se llega a los Lagos después de recorrer 137 km. en dirección sur. Nos alojamos en una encantadora casita de madera en la aldea de Jezerce, a un km. de la entrada al Parque Nacional. La casa pertenecía a un agradable señor mayor que alquilaba habitaciones en la misma, y formaba parte de un grupo de casas similares dentro del bosque. Un lugar idílico, sin lugar a dudas.


Después de dejar el equipaje nos dispusimos a visitar el parque. Nos dirigimos hacia la entrada y dejamos el coche en el aparcamiento, un autentico laberinto, pues las plazas de parking se sitúan en caminos entre los arboles sin ninguna numeración o distinción de calles. Con lo que es muy recomendable tratar de recordar exactamente los pasos que seguimos para no perder el coche. A continuación hay una gran área de tiendas de souvenirs y restaurantes y las taquillas del Parque. Se compran las entradas. Hay varios circuitos a seguir en el parque, pero obviamente recomiendo el más completo, el G, que supone un recorrido de unas 5 horas aunque nosotros tardamos 8 en completarlo. Después de adquirir las entradas nos dirigimos hacia un puente de madera que cruza la carretera y nos lleva a la entrada propiamente dicha del parque. En ese lugar nos esperan unos autobuses que nos llevan al inicio de la ruta en el lago superior.


A partir de ahí empieza una impresionante ruta que atraviesa mediante pasarelas de madera, lagos de agua increíblemente cristalina, arroyos, cascadas, bosques de hayas, subidas y bajadas inabarcables, donde se puede admirar en primera fila la flora y fauna del lugar.


En esas aguas tan cristalinas, que dan a los lagos un intenso color turquesa, se pueden ver perfectamente los peces y troncos de árboles hundidos llenos de musgo. Toda la vida acuática del lago. También se ven desde muy cerca los patos y otras aves palmípedas que con aire distendido nos miran pasar como si tal cosa, sin tener miedo alguno a nuestra presencia.


Previendo que el paseo por el parque sería largo, nos llevamos unos bocadillos para cuando el hambre nos picara. Así transcurrida buena parte del sendero, nos sentamos en un banco para comer y retomar fuerzas. Sin embargo, las avispas del lugar no nos dejaron respirar y tuvimos que seguir el camino casi inmediatamente. Se sucedieron las pasarelas, cascadas y lagos, hasta llegar al lago mayor, donde una barcaza nos dió un pequeño paseo fluvial por el lago.


La barcaza llega después de un paseo de una media hora a un área de descanso, antes de continuar la ruta por los lagos inferiores. Si espectacular era la primera parte del recorrido, la segunda es muy difícil de explicar con palabras.


Después de tomar un heladito en el área de descanso junto al embarcadero, seguimos el recorrido. En esta ocasión las pasarelas nos llevan hasta una cueva, donde se han tallado en la roca unos escalones que nos permiten subir a la parte más alta del parque. Desde allí arriba la vista ya es alucinante. Los enormes lagos azules y cascadas que pudimos admirar al pasar junto a ellos ahora se admiran desde lo alto.


Estas vistas son espectaculares, y podemos asombrarnos de todo el camino que llevamos recorrido y la longitud de las pasarelas, el tamaño de las cascadas, y la limpieza azul turquesa de los lagos.


Una vez llegados al top de este sendero, el indicativo a seguir de nuestra ruta nos lleva de nuevo hacia abajo a los lagos, donde seguimos el sendero definitivo que nos devuelve hasta las paradas de los autobuses que nos llevan a la salida del parque. Han sido casi ocho horas de recorrido, que se nos han hecho cortas, por la intensidad de lo vivido, el sonido de las cascadas, los bosques intensos, el esplendor de la vegetación, las aves y peces, en definitiva la incomparable belleza del lugar.

Una vez nos dejó el autobús en la salida del parque, rápidamente nos dirigimos hacia el parking para evitar que nos llegue la noche antes de recoger el coche. Pues si difícil seria encontrarlo con la luz del día, de noche podría ser casi imposible. Llegamos a tiempo, y hayamos el coche sin muchos problemas.

Eran ya casi las nueve de la noche cuando llegamos a Jezerce y sin entretenernos demasiado nos dirigimos al único restaurante de la aldea, junto a una pequeña estación de esquí, donde tomamos una sabrosísima trucha con la típica guarnición croata de espinacas hervidas y patatas asadas. Fue en ese momento de relajación después de tan intenso día cuando realmente nos dimos cuenta del cansancio acumulado, y por ello después de la cena nos fuimos a dormir, cayendo rápidamente en un profundo y reparador sueño.


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